El gran final (大団円, Daidaien) es el centésimo séptimo y último Capítulo del manga y del volumen 12 de Elfen Lied.
Contenido de la portada[]
En la imagen de portada vemos a todos los personajes de la obra ubicados en orden.
Resumen[]
Cuatro meses han pasado desde que Nyu/Lucy murió. Yūka y las otras chicas reconstruyen la posada que fuera destruida por el ataque de las fuerzas de asalto enviadas por Kakuzawa. Las chicas se preparan para recibir a Kōta que será dado de alta luego de recuperarse de sus heridas. Con voz en off, Kōta explica cómo el mundo tuvo que prepararse para afrontar la pandemia del virus Diclonius; la O.M.S advierte al mundo de que eviten las relaciones sexuales con el fin de evitar la aparición de nuevos Silpelits mientras se distribuye la vacuna contra el virus que fue creada por Arakawa quien a pesar de ser reconocida como la salvadora de la humanidad, no luce feliz.
Kōta y Yūka confirman su relación amorosa. En algún lugar mientras tanto, Anna Kakuzawa a quien se le daba por muerta sobrevivió, ya que en realidad Lucy destruyó el cuerpo en el que estaba conectada. Junto al misterioso Agente quien se revela que en realidad era mujer. En un cementerio, Nana está visitando la tumba improvisada de Mariko cuando Kurama aparece por detrás llevando consigo la urna con las cenizas de su hija para enterrarlas apropiadamente. Nana le pregunta si cuando todo esto termine, podrán estar juntos de nuevo si eso implica casarse. Kurama intenta responder pero la respuesta es desconocida para el lector. En otro panel, vemos a Mayu recolectando como siempre, la basura que arrojan en la playa Yuigahama. Cuando de pronto ve a alguien a quien creía muerto lo que la emociona mucho al borde de las lágrimas: era Bando quien sobrevivió a su enfrentamiento con Lucy a cambio de recibir una prótesis mecánica.
El tiempo pasó. Mientras estaban en el último día del festival de verano, Kōta se separa de las otras chicas para dirigirse al bosque donde está enterrado el perro que Nyū/Lucy cuidó y dónde la conoció cuando eran niños esperando cumplir con la promesa que le hizo tiempo atrás. Así mientras Kōta acudía con frecuencia al bosque, pasaron diez años; Kōta asiste esta vez acompañado de una niña: su hija a la que él y (posiblemente) su esposa, Yūka, llamaron Nyū en honor a su difunta amiga. Una vez allí, la pequeña Nyū desentierra de entre la tumba un frasco que contiene la piedra de Jade que le regaló a Lucy/Nyū y una carta, dirigida a Kōta donde ella le confirma lo mucho que lo amaba a pesar de todo lo que hizo. Kōta desde su interior, perdona a Kaede (el verdadero nombre de Lucy) las cosas que le pasaron a él y en ese momento se presentan ante la pareja de padre e hija dos niñas con las cuales Nyū jugaba. Estas niñas afirman llamarse Kaede y Kōta se da la vuelta, sonriendo entre lágrimas. Las dos niñas presuntamente son la reencarnación de Kaede.
FIN.